“Yo nací en el 1929, dos cuadras para abajo, donde está la ruta nueva. Entré a trabajar en el Parque en el año 58.

Primero fui peón, después jardinero y por último, en 1993, pasé a capataz y me retiré por el año 1996.

El parque se inauguró más o menos en 1939, pero se había empezado a construir mucho antes. El autor fue el arquitecto Juan Carlos Canale de acá del pueblo.

Yo trabajaba también en una casa de importación en Cerro Largo y Julio Herrera y Obes, después venía acá y entraba al Parque a las seis de la mañana, seis horas. Mantenía el parque, hacía fosas, plantaba, regaba dos o tres veces por día en verano, con un carro de dos ruedas y cada tanto me mandaban a hacer cursos al Botánico. Había árboles de todas clases, robles, canelas, ibirapitá, que todavía están. Estaban también las calderas de los mataderos, que después las sacaron. También había peceras con pececitos de colores, con agua del pozo del pueblo. Los muros esos estaban cubiertos con rosas. Palos de eucaliptos con rosales y dos glorietas, una de cada lado.

Venía muchísima gente en el tiempo en que estaba el tranvía, que era como un camión de carga, que llevaba de todo.

Desde que se inauguró el Parque venía todos los domingos una banda de músicos, de tres a seis de la tarde, y mucha gente, incluso de Punta de Espinillo y de la zona, hasta que sacaron el tranvía, por 1957.

Uno de los que hizo más por la Barra fue Silvestre Barindelli, era secretario de la Junta, hizo mucho por el pueblo y también estuvo Gilberto Fontana que fue integrante de la Junta de Paso de la Arena. En este parque alcanzamos a ser hasta cuarenta personas trabajando. La ruta lo destrozó del todo y después de eso se empezó a abandonar.”

Entrevista / 10 de junio de 2005.